Imagen corporal: ¿Cómo sentirme bien con lo que veo en el espejo?
Pareciera que nuestro valor como personas está directamente conectado a nuestra imagen corporal: a cómo nos vemos físicamente, a qué tan atractivos somos, a qué tan buen cuerpo tenemos o no.
La influencia de la sociedad y sus estándares o cánones de belleza hace que sea difícil sentirnos bien con lo que vemos en el espejo.
Empezamos a darle importancia a nuestra imagen corporal en la adolescencia y desde entonces, esto pasa muchas veces a incidir en el valor que nos damos.
Pero la valía de los seres humanos NO tiene ABSOLUTAMENTE nada que ver con su físico, y eso es algo en lo que quiero profundizar un poco contigo.
Imagen corporal: conocer y valorar nuestro propio cuerpo
Autoestima e imagen corporal van de la mano, pero no son lo mismo.
Para explicarme mejor, la autoestima está vinculada al valor que nos damos a nosotros mismos a partir de nuestros sentimientos, pensamientos y experiencias.
Entonces, ¿qué es la imagen corporal?
Es cómo percibimos nuestro físico, la foto que tenemos en nuestra mente de cómo nos vemos y la forma en la que definimos lo que vemos en el espejo.
Evidentemente, nuestra percepción de la imagen corporal afecta nuestra autoestima y salud emocional.
¿Qué te dices tú cuando te ves al espejo?
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Contrario a lo que puedas pensar ahora, NADA tiene que ver con ir corriendo a cambiar cómo nos vemos o de pararnos frente al espejo a decirnos cosas que no sentimos.
No.
Se trata de entender que la perfección NO existe y que nuestro valor no tiene que ver con el cuerpo.
Son muchas cosas las que pueden afectar la manera en cómo nos vemos, cómo nos percibimos y el valor que nos damos como seres humanos, hoy te voy a comentar algunas y voy a darte recomendaciones:
El crítico interno y la autoaceptación
Somos nuestros críticos más duros y a veces nos vemos al espejo centrando TODA nuestra atención en lo que CREEMOS que no es bonito, en lo que consideramos imperfecciones, en lo que no nos gusta, sin considerar otras cosas.
Hace unos cinco años, cuando afronté el cáncer de cérvix en etapa temprana, tuve que someterme a varias cirugías que evidentemente dejaron cambios bastante importantes en mi cuerpo.
Después de que las cirugías pasaron, que pasó el dolor y mi mente ya no estaba concentrada en la enfermedad como tal, entonces vino una etapa en la que mi mente se concentró en mi cuerpo, en la manera en cómo me veía en el espejo, en las cicatrices que me habían quedado de las cirugías y el peso que había ganado.
Yo me veía totalmente diferente y me decía mil cosas en el espejo, en mi mente era algo inevitable:
“¡Woow, qué gorda estás!”,
“mira, ¡qué feas estas cicatrices!”,
“más nunca podrás usar un bikini”,
“¿en qué momento me convertí en otra persona?”
Aquellos que me veían desde afuera no entendían mi sufrimiento o mi angustia, incluso tú leyendo esto ahora pensarás que fui muy dura conmigo misma, pero sé que lamentablemente todos hemos caído alguna vez en decirnos cosas que no le diríamos ni a nuestro peor enemigo.
Podría decir que todavía tengo días donde me cuesta lidiar con eso y donde tengo que recordarme que quien soy ahora es el resultado de muchas experiencias que me han hecho una mujer fuerte, valiosa y capaz de superar muchísimas cosas.
Mis cicatrices son un recordatorio de que he luchado para seguir viviendo, y he vencido.
Y ese es el punto, eso es lo que tenemos que trabajar, en entender que nuestro valor no tiene nada que ver con la forma en la que nos vemos.
La belleza es subjetiva
Una persona que para mí pueda lucir realmente atractiva, quizá para ti no lo es.
Esa es una razón muy fuerte por la que no debemos creer que si no nos vemos de una forma específica, entonces no somos atractivos.
Un estudio hecho por Jeremy Wilmer, profesor asistente de psicología en la Universidad de Wellesley, y otro hecho por Laura Germine, investigadora postdoctoral del Hospital General de Massachusetts, revelaron que podemos estar de acuerdo en un 50% en lo que es estéticamente atractivo, pero el otro 50% responde a nuestras experiencias personales.
Donde nos criamos influye en cómo percibimos la belleza
En mi caso, creo que haber crecido en Venezuela sí afectó un poco la manera en la que veía la belleza.
No quiero decir que estamos errados en Venezuela, pero pienso que la influencia social es demasiado fuerte cuando empezamos a definir lo que es “bello” o “bonito” para nosotros y es determinante a la hora de aceptarnos a nosotros mismos y cómo nos vemos.
En Venezuela existen cánones de belleza femenina bastante claros.
Esto no quiere decir que TODOS nos vemos PERFECTOS o que todos tenemos la cara y el cuerpo perfectos.
Estoy hablando de lo que está impreso en nuestra cultura y en nuestras mentes desde que somos pequeños.
Así lo recuerdo yo.
Muchas niñas soñaban con ser Miss Venezuela o con verse como en las novelas.
De hecho, cuando tenía 12 años incursioné en el mundo del modelaje.
En un mundo donde la belleza y la perfección es algo que se maneja todos los días, la competencia en relación con la belleza es impresionante. Y, siendo sincera, no se promueve mucho la individualidad.
Creo que esperan que todas nos veamos exactamente igual, sobre todo cuando se trata de concursos de belleza.
El 90-60-90 es algo de lo que nadie se puede escapar.
Si estás un poquito por debajo, lo podemos aceptar, pero si estás un poco por encima entonces no encajas en el perfil de belleza. Si nos ponemos a pensar por 5 minutos, esto NO TIENE SENTIDO porque cada cuerpo es diferente.
Hoy entiendo que la búsqueda de esa perfección es imposible, sobre todo cuando nos la están imponiendo.
Deja de creer que hay UNA sola forma de verse bien
Los cánones de belleza a lo largo de la historia han variado MUCHÍSIMO. Lo que se considera bonito hoy, no tiene nada que ver con lo que se consideraba bonito décadas atrás.
Incluso, a día de hoy, los cánones de belleza en el mundo son MUY diferentes entre sí.
Los estándares de belleza en Estados Unidos no son los mismos que en Europa o Corea.
De hecho, cuando me vine a vivir a Londres me di cuenta de que las cosas que veíamos como normales en Venezuela, y que eran muy cotidianas para mí en torno a la belleza, no eran iguales aquí.
Mis ojos y mi mente tuvieron acceso a otro mundo, a otra forma de pensar, y eso influyó en mí de forma positiva porque entendí que no tengo que seguir corrigiéndome, como si hubiese algo errado en la manera en que nací y en la que vine a este mundo.
Hacer las paces con nuestro cuerpo no significa no poder trabajar en él
No me arrepiento de mis cirugías ni de los cambios que me hice alguna vez, pero me siento complacida de haberme liberado de esa mentalidad en la que pensamos que continuamente tenemos que cambiarnos y convertirnos en otra persona para ser aceptados, para ser bellos o simplemente para encajar en ese estándar de belleza al que estamos acostumbrados a ver en la revistas, redes sociales, televisión y en todas partes.
Y ese es el punto, que si queremos trabajar en nuestro cuerpo, que sea entonces por las razones correctas, que sea por nuestra salud, que sea porque nos queremos sentir mejor, que NO sea porque queremos agradar a otros, porque queremos encajar o porque queremos lucir bien ante los ojos de los demás.
Si lo haces por otros, te vas a sentir igual de vacío después.
Recuerda: NO hay nada malo en la forma en la que luces hoy.
No esperes a verte de una forma para VIVIR
El camino de la aceptación corporal, y de la autoaceptación en general, puede ser bastante largo.
No te voy a mentir.
Pero podemos dar pequeños pasos para sentirnos más cómodos con cómo nos vemos.
Y es que no podemos esperar a vernos de cierta forma para vivir, para ser feliz, para disfrutar de nuestro cuerpo.
NO tienes que hacerlo.
Ponte ese bikini, ponte ese crop top, ponte esa falda que está agarrando polvo en tu armario, esas sandalias que hace años que no te pones y empieza a vivir.
Evita compararte
Las redes sociales juegan un papel importante en cómo nos percibimos, y aunque no me voy a extender, creo que es importante mencionar que tiene que ver muchísimo con cómo nos comparamos con los demás.
Recuerda que esa foto “perfecta” que ves seguramente ha pasado por filtros, quizá tiene unos cuantos retoques o ha sido escogida entre 50 fotos diferentes.
¿Eso es malo?
¡No!
Lo que no podemos hacer es comparar cómo nos vemos hoy con esa versión “perfeccionada” de esa persona.
Cuida el contenido que consumes. Si no te aporta valor, si te agobia, si te hace sentir menos, quizá sea momento de dejar de exponerte a eso.
Ten una visión más realista de lo que ves en las redes sociales o en la televisión.
No pasa nada si escoges el mejor ángulo, la mejor luz, la mejor pose en tus fotos, muchos lo hacemos, pero plantéate si estás buscando encajar en un molde o si lo haces por ti.
Pon atención al entorno que frecuentas
Eso es algo muy importante que hay que evaluar, cuál es tu entorno.
Tenemos que rodearnos con personas que nos valoren por lo que somos, que no nos estén criticando y que no estén esperando de nosotros que nos veamos de una forma específica
Yo sé que es muy difícil intentar trabajar en nuestro diálogo interno y tener que escuchar comentarios nada agradables de parte de algunos amigos o familiares, incluso de nuestra pareja.
La mayoría de las veces están hechos con una buena intención, pero pueden tener un impacto negativo en nosotros.
Ante esto, te invito a:
Poner límites de una forma asertiva, como por ejemplo decir “hoy me gustaría que no hablemos de mi cuerpo”.
Desviar la conversación hacia un tema más provechoso, por ejemplo: “¿qué tal tus vacaciones?”.
Si tienes que dejar de frecuentar a algunas personas, entonces es mejor que lo hagas si eso te va a ayudar a recuperar tu autoestima y a darte tu valor.
Cuida tu mente
Sé que suena cliché, pero tu valor está dentro de ti; no en tu cuerpo.
Incluso hay personas que tienen un “cuerpo perfecto” y no se sienten valiosas.
Eso solo nos dice que el cuerpo no determina lo que hay en la mente.
Si no alimentas tu interior, el vacío siempre va a estar ahí.
Más allá de tu peso, de tu aspecto, lo importante es cómo te valoras a ti misma; tus atributos, tus pensamientos, tus sentimientos, lo que haces por los demás, lo que haces por ti…
No hay alguien como tú en el mundo y eso es lo que te hace especial.
Permítete mostrarle tu luz al mundo, esto es lo que te hará sentir bien contigo mismo y también atraer a las personas correctas a tu vida.
Aquí te cuento mi historia, cómo sané mi relación con mi cuerpo y con la comida y cómo he logrado llegar a un punto donde me siento en paz con cómo me veo:
Si sientes que este tema resuena contigo y que la aceptación corporal es algo que quisieras trabajar, yo puedo acompañarte a transitar este proceso de autoaceptación a través de sesiones de coaching personalizadas donde analizaremos la raíz, las causas, y trabajaremos la relación de paz que TÚ y tu cuerpo se merecen.